Joseph
Maurice Ravel, falleció el 28 de diciembre de 1937 en París, Francia, fue un
compositor del siglo XX. Su obra, frecuentemente vinculada al impresionismo,
muestra además un audaz estilo neoclásico y, a veces, rasgos del expresionismo.
Joseph
Maurice Ravel, nació el 7 de marzo de 1875 en Ciboure, Francia, es el fruto de
una compleja herencia y de hallazgos musicales que revolucionaron la música
para piano y para orquesta, reconocido como maestro de la orquestación y por
ser un meticuloso artesano, cultivando la perfección formal sin dejar de ser al
mismo tiempo profundamente humano y expresivo.
Sus padres
frecuentaban los medios artísticos, fomentando los primeros pasos de su hijo
que muy pronto reveló un talento musical excepcional, comenzó el estudio del
piano a los seis años bajo la guía de Henry Ghys, niño juicioso, aunque también
caprichoso y terco, pronto demostró su natural talento musical, aunque, para
desesperación de sus padres y profesores, reconoció más tarde haber sumado a
sus numerosos talentos “la más extrema pereza” de hecho, en un principio su
padre, para obligarlo a practicar el piano, tenía que prometerle pequeñas
propinas.
En 1887
recibió precozmente clases de Charles René (armonía, contrapunto y
composición), el clima artístico y musical prodigiosamente fértil de París de
fines del siglo XIX no podía sino estimular el desarrollo del joven.
Al ingresar
al Conservatorio de París en 1889, Ravel fue alumno de Charles de Bériot, ahí
conoció al pianista español Ricardo Viñes, que se convirtió en su amigo
entrañable e intérprete escogido para sus mejores obras; ambos formarían parte
del grupo conocido como Los Apaches, que armaron revuelo en el estreno de
Pelléas et Mélisande de Claude Debussy en 1902.
Impresionado
por las músicas de Extremo Oriente en la Exposición Universal de 1889,
entusiasmado por la de los rebeldes Emmanuel Chabrier y de Erik Satie,
admirador de Mozart, Saint-Saëns y Debussy, influido por las lecturas de
Baudelaire, Poe, Condillac, Villiers de L’Isle-Adam y sobre todo de Mallarmé,
Ravel manifestó tempranamente un firme carácter y un espíritu musical muy
independiente, sus primeras composiciones lo probaban: eran ya muestras de una
personalidad y una maestría tal que su estilo sólo evolucionaría con el tiempo:
Ballade de la reine morte d’aimer (Balada de la reina muerta de amor, 1894),
Sérénade grotesque (Serenata grotesca, 1894, ), Menuet antique (1895), Habanera
para dos pianos (1895).
En 1897
Ravel entró a la clase de contrapunto de André Gedalge. Ese mismo año, Gabriel
Fauré fue también su profesor. Éste juzgó al compositor con benevolencia y
saludó al muy buen alumno, laborioso y puntual y a la sinceridad que desarma,
al final de sus estudios compuso la Obertura de Shéhérazade (estrenada en mayo
de 1899 entre silbidos del público -no confundir con la obra del mismo nombre
para voz femenina y orquesta-), y la famosa Pavane pour une infante défunte
(Pavana para una infanta difunta, ) de curioso título, que sigue siendo su obra
pianística más tocada por los melómanos aficionados, aunque su autor no la
tenía en mucha estima.
En vísperas
del siglo XX, el joven Ravel era ya reconocido como compositor, y sus obras
eran objeto de discusión, con todo, lograr la celebridad no iba a ser cosa
fácil, la audacia de sus composiciones y su declarada admiración por los
affranchis (liberados) Chabrier y Satie iba a costarle muchas enemistades entre
el círculo de los tradicionalistas.
Es con Jeux
d’eau (Juegos de agua, escuchar) para piano, de 1901, que quedó afirmada la
personalidad musical de Ravel,
Su reserva,
su pudor, su gusto por lo exótico y lo fantástico, su búsqueda casi obsesiva de
la perfección formal irradiaron su obra en el período que se extendió de 1901 a
1908: Cuarteto en Fa Mayor (1902, escuchar), Melodías de Shéhérazade (1904),
Miroirs y Sonatina para piano (1905), Introducción y allegro para arpa y
conjunto (1906), la Rapsodia española (1908), Ma mère l’Oye (Mi madre la Oca,
1908), suite para piano sobre cuentos clásicos del célebre Mamá Ganso, luego su
gran obra maestra para piano Gaspard de la nuit (Gaspard de la noche, 1908),
inspirado en un poema de Aloysius Bertrand.
Evocación
sinfónica de la Grecia antigua, Daphnis et Chloé es la obra más monumental de
Ravel. Decoración concebida por Léon Bakst para el estreno en 1912.
Pronto dos
grandes composiciones iban a causar muchas dificultades, en primer lugar,
L'Heure espagnole (La hora española), ópera escrita sobre un libreto de
Franc-Nohain, terminada en 1907 y estrenada en 1911, fue mal acogida por el
público y sobre todo por la crítica (incluso se la tildó de pornografía). Ni el
sabroso humor del libreto ni los atrevidos efectos orquestales de Ravel fueron
comprendidos.
Por aquel
tiempo, las presentaciones de los Ballets Rusos causaban furor y transformaban
la vida de los aficionados en París. El director del conjunto, Serguéi
Diáguilev, encargaba obras a los compositores más célebres del momento: Ravel
no podía ser la excepción, compondría por iniciativa de Diáguilev el ballet
Daphnis et Chloé, titulado Sinfonía coreográfica. Con su presencia de coros que
cantan vocalizaciones -no palabras-, Daphnis y Chloé es una visión de la Grecia
antigua en la que Ravel se inspiró en la que los pintores franceses del siglo
XVIII le habían dado. El argumento de la obra fue co-escrito por Michel Fokine
y el compositor. Se trata de la obra de mayor duración del compositor, y por
ello fue la más laboriosa. La recepción de la obra fue desigual en el estreno
en junio de 1912, lo que causó la amargura del músico.
Agosto de
1914. La Primera Guerra Mundial sorprendió a Ravel en plena composición de su
Trío en la menor que estrenó finalmente en 1915.
La muerte
del gran Claude Debussy (1862-1918), tan admirado por Ravel, le dejó la difícil
misión de liderar la música francesa, en su memoria compuso la Sonata para
violín y violoncelo. Ravel fue considerado en adelante como el más grande
compositor francés vivo.
Su primera
obra maestra de la posguerra fue La Valse, poema sinfónico dramático
comisionado por los Ballets Rusos de Serguéi Diáguilev y estrenado en abril de
1920 en presencia de Stravinski y de Poulenc.
De sus
últimas obras, las tres Chansons Madécasses sobre poemas de Evariste Parny
(1923) y Tzigane (Gitano), rapsodia de concierto (1924).
La célebre
bailarina y coreógrafa Ida Rubinstein le había encargado en 1927 un ballet de
carácter español para el cual el músico adoptó una antigua danza andaluza: el
bolero. La obra, que apuesta por durar alrededor de un cuarto de hora con sólo
dos temas y una cantinela incansablemente repetida, fue estrenada el 22 de
noviembre de 1928 frente a un público un tanto asombrado.
Su difusión
fue inmediatamente inmensa, Ravel había firmado una auténtica obra maestra a
partir de un material casi insignificante, pero él mismo rápidamente quedó
exasperado por el éxito de esta partitura que consideraba sobre todo como una
experiencia «llena de música». Cuando una dama gritó: «Au fou, au fou!» (¡Al
loco, al loco!) Después de haber oído la obra, el compositor confió a su hermano:
«Celle-là, elle a compris!» (He ahí, ella lo ha comprendido.)
En octubre
de 1928, Ravel recibió el doctorado en música honoris causa de la Universidad
de Oxford. En su ciudad natal, inauguró, en agosto de 1930, el muelle que lleva
su nombre.
De 1929 a
1931, Ravel concibió sus dos últimas obras maestras, compuestas simultáneamente
y estrenados a pocos días de diferencia (enero de 1932), los dos Conciertos
para piano y orquesta son, sin embargo, dos obras muy diferentes. Al Concierto
para la mano izquierda, composición grandiosa bañada de una oscura luz y teñida
de fatalidad, respondió el brillante Concierto en sol, en el que el movimiento
lento es una de las más íntimas meditaciones musicales del compositor. Junto a
las tres canciones de Don Quijote a Dulcinea compuestas en 1932 sobre un poema
de Paul Morand, los Conciertos marcan un punto final en la producción musical
de Maurice Ravel.
Desde el
verano de 1933, Ravel comenzó a presentar los síntomas de una enfermedad
neurológica que lo condenaría al silencio los últimos cuatro años de su vida,
desórdenes de la escritura, de la motricidad y el lenguaje fueron sus
principales manifestaciones, mientras que su inteligencia se mantenía
perfectamente y seguía pensando en su música, sin poder ya más escribir o tocar
una sola nota. La ópera Jeanne d'Arc, a la que el compositor concedía tanta
importancia, nunca podría llevarse a cabo.
Se cree que
un traumatismo craneano, consecuencia de un accidente en taxi del que fue
víctima en octubre de 1932, fue lo que precipitó las cosas; pero Ravel parecía
consciente de este desorden hacía ya varios años.
El músico se
retiró definitivamente a Montfort-l’Amaury donde, hasta su muerte, pudo contar
con la fidelidad y el apoyo de sus amigos y de su fiel ama de llaves, Madame
Révelot.
El mal
siguió progresando, en diciembre de 1937 se intentó en París una intervención
quirúrgica desesperada en su cerebro enfermo, el 28 de diciembre de 1937 moría
Maurice Ravel, a los 62 años, su muerte causó en el mundo una verdadera
consternación, que la prensa retransmitió en un unánime homenaje. El compositor
descansa en el cementerio de Levallois-Perret cerca de sus padres y su hermano.
PIANO CONCERTO IN G MAJOR - II. ADAGIO
ASSAI III. PRESTO
DAPHNIS ET CHLOÉ SUITE N°2
PAVANE POUR UNE INFANTE DÉFUNTE.
STRING QUARTET IN F - 2 MOV.
ALBORADA DEL GRACIOSO.
TZIGANE
BOLERO.
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