Celia Caridad Cruz Alfonso, falleció el 16 de julio de 2003
en Fort Lee, Nueva Jersey, Estados Unidos, fue una exitosa cantante cubana de
son montuno, guaracha y salsa.
Celia Caridad Cruz Alfonso nació en La Habana el 21 de
octubre de 1924, si bien algunas fuentes señalan su nacimiento cuatro años
antes, y otras en 1925, datos todos ellos de difícil comprobación dada la
persistente negativa de la estrella a confesar su edad.
Celia Cruz compartió su infancia con sus tres hermanos Dolores,
Gladys y Barbarito y once primos, y sus quehaceres incluían arrullar con
canciones de cuna a los más pequeños.
Su madre, que tenía una voz espléndida, supo reconocer en
ella la herencia de ese don cuando, con once o doce años, la niña cantó para un
turista que, encantado con la interpretación, le compró un par de zapatos, con
otras canciones y nuevos forasteros calzó a todos los niños de la casa.
Después se dedicó a observar los bailes y a las orquestas a
través de las ventanas de los cafés cantantes, y no veía la hora de saltar al
interior, sin embargo, sólo su madre aprobaba esa afición, su padre quería que
fuese maestra, intentó satisfacerle y estudiar magisterio, pero pudo más el
corazón cuando estaba a punto de terminar la carrera la abandonó para ingresar en el Conservatorio
Nacional de Música.
Celia Cruz cantaba y bailaba en las corralas habaneras y
participaba en programas radiofónicos para aficionados, como La Hora del Té o
La Corte Suprema del Aire, en los que obtenía primeros premios tales como un
pastel o una cadena de plata, hasta que por su interpretación del tango
Nostalgias recibió en pago 15 dólares en Radio García Cerrá.
Más tarde cantó en las orquestas Gloria Matancera y Sonora
Caracas, formó parte del espectáculo Las mulatas de fuego, que recorrió
Venezuela y México.
En 1950 ya había intervenido en varias emisoras cuando pasó
a integrar el elenco del cabaret Tropicana, donde la descubrió el director de
la Sonora Matancera, el guitarrista Rogelio Martínez, y la contrató para
reemplazar a Mirta Silva, la solista oficial de la orquesta.
A lo largo de los años cincuenta Celia Cruz y la Sonora
Matancera brillaron en la Cuba de Pío Leyva, Tito Gómez y Barbarito Díez; del
irrepetible Benny Moré, del dúo Los Compadres, Lorenzo Hierrezuelo y Compay
Segundo, la Cuba de Chico O’Farril y su Sun sun babae, la de La conga de los
Habana Cuban Boys, la de Miguel Matamoros, la de Miguelito Valdés.
Celia aportó su Cao Cao Maní Picao y se convirtió en un
éxito, y otro posterior, Burundanga, la llevó a Nueva York en abril de 1957,
para recoger su primer disco de oro.
Celia Cruz se había ganado ya varios de los apodos y títulos,
fue la Reina Rumba, la Guarachera de Oriente y desde las primeras giras por
México, Argentina, Venezuela, Colombia, la Guarachera de Cuba.
El 15 de julio de 1960 la banda en pleno consiguió el
permiso para presentarse en México y una vez allí, en parte impulsada por el
agravamiento de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, decidió no
regresar.
Después de un año de aplausos en la capital azteca, Celia
Cruz se mudaba a Estados Unidos y sellaba su primer compromiso para actuar en
el Palladium de Hollywood.
Su furibunda militancia anticastrista nació a partir del 7
de abril de 1962, cuando supo de la muerte de su madre y no pudo entrar en la isla
para asistir al entierro, llegó a confesar incluso que estaba dispuesta a
inmolarse haciendo estallar una bomba si con ello hacía desaparecer al
Comandante.
Tres meses después, el 14 de julio de 1962, Celia Cruz se
casó con el primer trompetista de la orquesta, Pedro Knight, quien a partir de
1965 en que ambos dejaron la Sonora, se convirtió en su representante.
Posteriormente, participó en un legendario concierto grabado
en vivo en el Yanquee Stadium con The Fania All-Stars, un conjunto integrado
por líderes de grupos latinos que grababan para el sello Fania, ya era famosa
en 1974, cuando grabó el disco Celia & Johnny con el flautista dominicano
Johnny Pacheco, considerado el primer clásico del género.
Desde entonces, el éxito fue una constante en centenares de
conciertos coreados por un público entregado al grito de su Bemba colorá, esa
voz electrizante, su alegría contagiosa y el llamativo vestuario fueron pronto
una bandera de identidad de los inmigrantes, ella, a su vez, terminó por asumir
el rol de estandarte del anticastrismo.
Celia Cruz quiso dejar su impronta también en el cine, y
participó como actriz ya lo había hecho varias veces como cantante en Los reyes
del mambo (1992) y Cuando salí de Cuba (1995) ambas películas reflejaban
historias de los primeros exiliados cubanos, en parte cercanas a la suya.
¡Azúcar! era su potente grito, la contraseña de apertura y
cierre de sus conciertos y la clave para hacerse entender en todo el mundo.
Llegó a cantar incluso rock o tango, y a unir su poderosa
voz a la de intérpretes tan dispares como el británico David Byrne, el rumbero
gitano Azuquita, el grupo argentino Los Fabulosos Cadillacs, los españoles
Jarabe de Palo y el rapero haitiano Wyclef Jean, además de improvisar duetos
con sus amigas Lola Flores y Gloria Estefan, con Dionne Warwick o Patti Labelle.
En noviembre, durante un concierto en el Hipódromo de las
Américas de México, D. F. empezó a perder el control del habla, al regresar a
Estados Unidos se sometió a la extirpación de un tumor cerebral, pero al final
no hubo remedio, aun así, el 13 de marzo apareció por última vez en público
cuando la comunidad latina le tributó un homenaje en el teatro Jackie Gleason
de Miami, ella rogó que no fuera como una despedida, se sentía optimista y con
fuerzas, por esos días, entre febrero y marzo, grabó un último disco que no
llegó a ver editado, Te entrego el alma.
Miles de admiradores desfilaron ante sus restos después de
que falleciese el 16 de julio de 2003, a los setenta y ocho años de edad, en
Miami y Nueva York, donde recibió sepultura.
SAOCO.
QUIMBARA.
PA' LA PALOMA.
TU VOZ.
RITMO EN EL CORAZÓN.
YERBERO MODERNO.
GUANTANAMERA.
POR SI ACASO NO REGRESO.
LA DICHA MÍA.
LA VIDA ES UN CARNAVAL.
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